Anagaviera en ocasiones escribe

jueves, 3 de noviembre de 2011

2002: LA LUZ MATA




Existen dos formas muy distintas de conocer y retratar una ciudad. Podemos guiarnos por los itinerarios turísticos tradicionales y hacer una lectura del paisaje urbano desde la visión vertical que propone la arquitectura. O bien, avanzar sin rumbo por sus calles prestando especial atención al paisaje horizontal, en el que destacan entre otros elementos: escaparates, publicidad de espectáculos, carteles, rótulos, grafitis...
Ambas opciones ofrecen posibilidades ilimitadas al curioso transeúnte,  pero es el paisaje horizontal con su desmesurada riqueza icónica, el que nos permitirá tomar contacto directo con la cultura alternativa de la ciudad y con las miles de voces clandestinas que ocasionalmente dejan sus mensajes en el mobiliario urbano. En muchos de ellos hay una literatura concisa e incisiva que, a veces, merece un examen especial. 
Esta pintada realizada en el interior de un antiguo depósito de agua de Almería, es un buen ejemplo de lo que digo.
 Resulta inquietante leer semejante sentencia, porque para el hombre, la luz, asociada al calor y al sol, ha sido siempre una de las piezas fundamentales de la vida.
Las narraciones míticas, en las que dioses y héroes civilizadores personifican la energía solar, y los relatos de creación en los que la luz antecede a todas las demás realidades (Gén., 1,3), demuestran que desde muy antiguo la luz se ha configurado en nuestro imaginario como un principio ordenador, contrario a la muerte, al caos y a las sombras. Es decir, se ha usado como símbolo de la sabiduría, del bien, de la divinidad, de la esperanza y del conocimiento en casi todas las sociedades.
Ahora bien, como leemos en El Elogio de la sombra de Tanizaki, ha sido Occidente, siempre al acecho del progreso, el que mayor énfasis ha puesto en la búsqueda de claridad. En su discurso, la luz se identifica directamente con el modelo de desarrollo económico y social occidental. Y las tinieblas quedan reservadas para el fundamentalismo y la barbarie de los pueblos que nada saben de aquel pensamiento ilustrado que dio entidad al individuo contemporáneo y que alumbró, no sin dolor, los principios de igualdad y libertad sobre los que descansan las democracias actuales.
 Teniendo en cuenta estas observaciones y el absurdo momento histórico que vivimos, tal vez cabría preguntarse si no será precisamente ese pensamiento único y monolítico, ese sistema de normas arbitrarias, esa luz injerente, de justicia infinita, de lo que realmente pretende advertirnos el autor de la pintada.

Fuente: Luke, nº 29, 2002.

Tiempo después de escribir este texto supe por el Sr. Curri que la pintada se hizo durante el rodaje del corto La Luz Mata, 2001. La fotografía ilustró en 2007 el libro de relatos Muertes de andar por casa de Fernando Sánchez Calvo.

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