Anagaviera en ocasiones escribe

domingo, 11 de marzo de 2012

2003: pasajeros


Pasajeros



El silencio
nos recuerda
de dónde venimos
y a dónde vamos.
Por eso hay tantos
que no lo soportan.
Ángel Guache


Hoy es uno de esos días en los que las cosas sudecen sin entusiasmo, luce el sol, llegan buenas noticias, nada te emociona, cada día es más difícil recuperarse de una resaca de tristeza, viajas en autobús urbano y entre el correo que aún no has tenido tiempo de abrir hay una carta de Pablo Márquez, un sobre inglés, hay otras cartas, pero ya las abriste, eran buenas noticias, la de Pablo es una tarjeta que anuncia su próxima exposición, Die Wunderkammer, es decir, La cámara de las maravillas, lugar donde se guardan objetos que por alguna extraña razón resultan prodigiosos para el que los colecciona, similar a ese cuaderno tuyo en el que llevas años anotando las citas de tus autores preferidos, una cámara llena de ingenios fabricados por Pablo, demiurgo cauteloso que crea y destruye el tiempo de los objetos, el tiempo de este trayecto te parece exageradamente lento, la gente no deja de bostezar, las mañanas son cárceles luminosas que retienen nuestras ilusiones, te lamentas y vuelves a las páginas de El Mal de Montano, a la luz de los hechos surge una terrible duda ¿serás otra enferma más de literatura?, regresas a la tarjeta de la galería de arte Belarde, destruir antiguos significados para crear otros nuevos, la obra que la ilustra se llama picnic de guerra, una caja de madera y de cristal preñada de platos, cubiertos, agujas, una jeringa, un pincel y un pedazo de panal idéntico al edificio que dejaste atrás cuando subiste a este maldito autobús, la certeza de un picnic próximo en una guerra próxima te ahoga, mal presagio, un picnic con material quirúrgico, ¿para curar las llagas que deja el odio?, luchar contra la muerte, ¡qué rebeldía!, sonríes porque hubo un tiempo en el que pensaste dedicarte a la medicina, querías ser cirujano: abrir, recomponer, cortar, mirar... la falta de destreza para la costura te llevó a la Historia algo menos higiénica pero igual de sangrienta, ¿has mirado bien la ilustración de la tarjeta? la caja es real y los objetos que contiene también lo son, sí, estás segura, pero el sentimiento pictórico es tan fuerte que dudas, metamorfosis creadora lo llaman, tu mirada cambia de rumbo buscando el mar, ¿acaso pretendes anestesiar la vista?, sabes que tus ojos no han sido diseñados para el llanto, sin embargo, ahí estás, en un autobús urbano llorando viejas letras de tango, vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos..., sola frente al silencio de la caja-escaparate, sola en el tiempo indeterminado del viaje, de la guerra, del dolor, buscando los argumentos narrativos del artista, desentrañando el acto creador, picnic de guerra, muerte servida en bandeja de plata, bandeja-octogono que evoca antiguas promesas de resurrección, qué ironía, la muerte tan espantosamente sencilla nos obliga constantemente a inventar futuros imposibles, ¿letanía de sollozos?, ¿ahora?, serénate mujer, los transportes públicos nunca llegan a su destino.

Fuente: La Primera Piedra, 2, 2003

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