"Berlin en Basilea" 2003, Óleo sobre lienzo, 75 x 81 cm.
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El
auténtico enigma que el arte nos presenta
es justamente la simultaneidad de
presente y pasado.
Hans-Georg
Gadamer
Con
la elección de esta cita de Hans-George Gadamer he querido subrayar el punto de
convergencia que existe entre la obra de Carlos Díez Bustos y el Museo
imaginario de André Malraux. Ese museo, en el que todas las épocas y logros del
arte podrían presentarse simultáneamente a la conciencia. Ese lugar habitado
por las musas, que intentaría aportar a todas las obras elegidas sino la
eternidad que le pedían los escultores de Sumer o Babilonia, la inmortalidad
que le pedían Fidias y Miguel Ángel, al menos una enigmática liberación del
tiempo.
Las
distintas piezas que constituyen enCONTRA2 responden en gran medida al deseo de
liberar temporal y espacialmente los elementos escultóricos y arquitectónicos
que las protagonizan. Y responden también, al afán de trazar con éxito un
puente seguro entre la tradición artística y el arte moderno.
enCONTRA2
es, por tanto, una suerte de Museo imaginario, un lugar de reflexión en torno
al significado del arte y su naturaleza, ya sea ésta estética, funcional o
simbólica. Un estudio riguroso de la metamorfosis que sufren las obras de arte
cuando se las desubica geográfica y temporalmente.
En
esta nueva colección Carlos Díez Bustos vuelve a utilizar el espacio
arquitectónico como escenario propicio para sus representaciones. La mayoría de
las telas ofrecen edificios de piel vítrea, de una incuestionable
modernidad, en cuyo espacio circundante el autor ha integrado
esculturas y jarrones de marcada factura clásica.
Convencido
de que no hay lugares concretos para las ideas,
Carlos ha creado a partir de espacios reales, otros imaginarios en los que hace
confluir el pasado y el presente, el lenguaje escultórico y el arquitectónico. Pero
este acercamiento, que en un principio se intuía amable, va a resultar lacerante
y perturbador, porque el culto a la funcionalidad ha transformado tan profundamente
el diálogo entre ambas disciplinas artísticas, que el espectador actual no será
capaz de escapar al dolor que provocan el silencio y el desgarro.
En
el Museo imaginario, el encuentro se torna desencuentro y los contrastes se
revelan infinitos. Frente al volumen plástico, grandioso y agitado de las
esculturas, las desmaterializadas, frágiles y abstractas arquitecturas se
convierten en un horizonte insondable y amenazante. Frente a la transgresión de
lo sólido que implican las mallas cristalinas de los edificios, la carnalidad
de las esculturas, arrancadas del jardín originario, se convierten en reproche
y eterno rencor.
En
el Museo imaginario, el espacio del hombre se intuye en la hipertrofia de los
límites y se agota en las voces oscuras de la memoria.
En
el Museo imaginario, la certidumbre es duda y la verdad, la única verdad, es la
creación.
"Versalles en Copenague" 2003, Óleo sobre lienzo, 114 x 145 cm.
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"Versalles en Berlin II" 2004, Óleo sobre lienzo, 116 x 89 cm.
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Fuente: Catálogo Exposición en Galería Ansonera, 2005
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